Los jefes de estado y gobierno son los cargos cíviles en representación del gobierno monárquico.
Jefe de Gobierno[]
Primer Ministro[]
El Primer Ministro, es el jefe del poder ejecutivo en un régimen de carácter parlamentario, sea monarquía o república. Es él quien formula la política de su gabinete y suele ser el líder del partido con mayoría en las cámaras o el de una coalición de partidos. Designa y destituye a los ministros del gobierno y es responsable ante el poder legislativo. Éste ha de aprobar su designación y puede determinar su salida del ejecutivo a través de la votación negativa de una moción de confianza.
Virrey[]
El Virrey es el título utilizado en España, Portugal, Gran Bretaña y Francia para denominar al representante de la monarquía en el gobierno de los reinos situados fuera de los propios límites fronterizos. En tanto que en España, Portugal y Gran Bretaña habitualmente se relaciona con los reinos ultramarinos, en Francia sólo se empleó durante la ocupación napoleónica de Italia, actuando como virrey Eugenio de Beauharnais, hijo adoptivo de Napoleón Bonaparte. Portugal, siguiendo el modelo aragonés, empleó esta misma fórmula en la India desde el siglo XVI, retomada a partir de 1858 por Gran Bretaña al pasar casi todo el territorio indio a la monarquía británica, tras el periodo de dominio de la Compañía de las Indias Orientales.
En el caso español, tuvo su origen en la edad media y respondía a las necesidades de la administración de la Corona de Aragón, en la que el monarca era rey de todos y cada uno de los diferentes reinos que quedaban incorporados a la Corona: Aragón, Cataluña, Valencia y Mallorca, así como de las conquistas realizadas fuera de los límites peninsulares. La presencia del monarca era indispensable en todos los reinos, y ante la imposibilidad de cumplir con esta condición se creó la figura del virrey para cada uno de ellos, denominados virreinatos, con la función de representarle en todos. De acuerdo a estos claros precedentes, el virrey apareció ya a mediados del siglo XV vinculado con los reinos ultramarinos, alejados del núcleo principal de la Corona de Aragón.
Virrey en América[]
Este título se relacionó con América incluso antes de su descubrimiento, ya que fue uno de los nombramientos que se le concedieron a Cristóbal Colón a través de las Capitulaciones de Santa Fe, firmadas por los Reyes Católicos el 17 de abril de 1492 y confirmadas tras su regreso del primer viaje en 1493. A pesar de este nombramiento y del que mantuvo su hijo Diego Colón, el título y sus definitivas competencias no quedaron fijados hasta 1535. Una vez realizada la conquista de México y transcurridos los primeros años del gobierno de Hernán Cortés y la audiencia gobernadora, el 17 de abril de 1535 el emperador Carlos V (rey español como Carlos I) nombró a Antonio de Mendoza virrey de Nueva España y presidente de la Real Audiencia de México. Sus sucesores tendrían además el título de capitán general, que en aquella época todavía pertenecía a Cortés. La jurisdicción del virreinato novohispano llegó a incluir desde La Florida y California hasta Panamá, y desde las Antillas y parte de Venezuela hasta las islas Filipinas. En 1542 se fundó el virreinato del Perú, cuyo primer virrey, Blasco Núñez Vela, fue nombrado el 28 de febrero de 1543, y su jurisdicción se extendió desde Panamá hasta los actuales territorios de Chile y Argentina. En 1717 se creó el virreinato de Nueva Granada, que fue disuelto en 1723 y vuelto a crear, ya definitivamente, en 1739. En 1776, finalmente, se creó el virreinato del Río de la Plata. Estos dos últimos se formaron a partir de una subdivisión del virreinato del Perú.
En términos generales, los virreyes eran elegidos entre los miembros de la nobleza española, especialmente la castellana, a la que pertenecían en diferente grado, y solamente en casos muy contados fueron nombrados para desempeñar el cargo personajes nacidos en América (criollos). Un ejemplo de este reducido grupo serían el limeño Juan de Acuña, marqués de Casafuerte, que fue virrey de Nueva España entre 1722 y 1734; Juan José Vértiz, virrey del Río de la Plata desde 1778 hasta 1784, nacido en la ciudad mexicana de Mérida; o Juan Vicente de Güemes, segundo conde de Revillagigedo, quien, nacido en La Habana, ejerció como virrey novohispano entre 1789 y 1794.
Jefe político superior[]
Véase Virrey.
Jefe de Estado[]
Gobernador General[]
Gobernador general, representante de la soberanía británica en aquellos países de la Commonwealth que no poseen otro jefe de Estado. El gobernador general lleva a cabo las funciones de la corona en ausencia del monarca.
Regente[]
(Del lat. regens, -entis). adj. Que rige (ǁ gobierna). || 2. Ling. En la relación de rección, se dice de la palabra de la que depende gramaticalmente otra. || 3. m. En las imprentas, boticas, etc., hombre que sin ser el dueño dirige inmediatamente las operaciones. || 4. En las órdenes religiosas, encargado de gobernar y regir los estudios. || 5. En algunas antiguas escuelas y universidades, catedrático trienal. || 6. Hombre que estaba habilitado, mediante examen, para regentar ciertas cátedras. || 7. Magistrado que presidía una Audiencia Territorial. || 8. com. Persona que gobierna un Estado en la menor edad de un príncipe o por otro motivo.
Feudal[]
El feudal, fue el gobernante bajo un sistema contractual de relaciones políticas y militares entre los miembros de la nobleza de Europa occidental durante la alta edad media. El feudalismo se caracterizó por la concesión de feudos (casi siempre en forma de tierras y trabajo) a cambio de una prestación política y militar, contrato sellado por un juramento de homenaje y fidelidad. Pero tanto el señor como el vasallo eran hombres libres, por lo que no debe ser confundido con el régimen señorial, sistema contemporáneo de aquél, que regulaba las relaciones entre los señores y sus campesinos. El feudalismo unía la prestación política y militar a la posesión de tierras con el propósito de preservar a la Europa medieval de su desintegración en innumerables señoríos independientes tras el hundimiento del Imperio Carolingio.
En su forma más clásica, el feudalismo occidental asumía que casi toda la tierra pertenecía al príncipe soberano —bien el rey, el duque, el marqués o el conde— que la recibía “de nadie sino de Dios”. El príncipe cedía los feudos a sus barones, los cuales le rendían el obligado juramento de homenaje y fidelidad por el que prestaban su ayuda política y militar, según los términos de la cesión. Los nobles podían ceder parte de sus feudos a caballeros que le rindieran, a su vez, homenaje y fidelidad y les sirvieran de acuerdo a la extensión de las tierras concedidas. De este modo si un monarca otorgaba un feudo de doce señoríos a un noble y a cambio exigía el servicio de diez caballeros, el noble podía ceder a su vez diez de los señoríos recibidos a otros tantos caballeros, con lo que podía cumplir la prestación requerida por el rey. Un noble podía conservar la totalidad de sus feudos bajo su dominio personal y mantener a sus caballeros en su señorío, alimentados y armados, todo ello a costa de sufragar las prestaciones debidas a su señor a partir de su propio patrimonio y sin establecer relaciones feudales con inferiores, pero esto era raro que sucediera ya que los caballeros deseaban tener sus propios señoríos. Los caballeros podían adquirir dos o más feudos y eran proclives a ceder, a su vez, parte de esas posesiones en la medida necesaria para obtener el servicio al que estaban obligados con su superior. Mediante este subenfeudamiento se creó una pirámide feudal, con el monarca en la cúspide, unos señores intermedios por debajo y un grupo de caballeros feudales para servir a la convocatoria real.
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