{{Infobox |bodystyle = width:20em; |name = Rangos de Nobleza |title = Rangos de lazxdf Emperador, título derivado del latín imperator, aplicado en un principio de modo genérico a los magistrados de la antigua Roma investidos de poder para ordenar y hacer cumplir las leyes del Estado. Más tarde, el término fue utilizado de forma específica por las legiones romanas para designar a un general victorioso hasta el término de su imperium (‘mandato’) cuando regresaba a Roma. En el último periodo de la República, el Senado, en ocasiones, invitaba a un general a asumir el título con carácter permanente. El régimen republicano se mantuvo hasta el año 27 a.C., fecha en que Cayo Julio César Octavio, sobrino nieto de Julio César, adoptó el título de ‘Augusto’, inaugurando el Imperio. En el siglo IX d.C., Carlomagno retomó el título de emperador, asumido posteriormente por todos los soberanos del Sacro Imperio Romano Germánico.
A lo largo de su historia, diversos estados se constituyeron como imperios, otorgando a sus máximos dirigentes el título de emperador. En la China Imperial, el emperador poseía un estatus equivalente al de los soberanos del Imperio romano. En Japón el tenno (‘soberano divino’) fue llamado emperador en Occidente; tenía históricamente un escaso poder real y, como soberano semidivino de un país aislado, estaba más próximo al papel de un rey-sacerdote.
El título de emperador se suele referir a los soberanos de amplios y lejanos territorios y súbditos de heterogéneas nacionalidades, mientras que el título de rey se aplica a los gobernantes de un único territorio. La ejemplificación máxima de esta figura en la historia de España es la del emperador Carlos V. Nieto por vía paterna de Maximiliano de Habsburgo, luchó a lo largo de su vida por unificar los territorios recibidos por muy distintas herencias familiares (de sus padres, Felipe el Hermoso y Juana la Loca; de Fernando de Aragón y de Isabel de Castilla, los Reyes Católicos; de su abuela paterna, María, perteneciente a la Casa de Borgoña). De ahí que el título de emperador, que ostentó desde 1519, pretendía hacer eficaz el principio de universalidad romana que englobaba a todos los que se integraban en la cristiandad. Para los tratadistas, esta concepción del emperador como vicario de Dios en la tierra llegó a tener validez legal en las teorías jurídicas y políticas durante varios siglos, definiendo el Estado como ‘república cristiana’, ‘monarquía católica’ o ‘monarquía universal’. El Imperio demostraba su poder, por tanto, a través de una triple contienda: la primera intentaba superar en un plano estructural las contradicciones nacionales, sometidas a una instancia superior; la segunda tenía un eminente sentido político y económico, y la tercera, reforzando el carácter unificador que encarnaba la persona de Carlos I, una significación religiosa, enfrentada a priori contra cualquier manifestación de infidelidad a la autoridad suprema del papa de Roma y del propio emperador. Los principales estudiosos de este periodo de la historia universal subordinan estos tres frentes del Imperio de Carlos I a una política hegemónica, también característica en modelos imperiales o afines posteriores, dado que la resolución de cualquier controversia pasaba antes por la sacralización de las razones de Estado y las campañas militares.
Con los cambios en la estructura política de los estados y la concesión de la independencia a muchas posesiones coloniales, las bases para aplicar este término están desapareciendo. En el caso de Iberoamérica, pocos han sido los ejemplos de soberanos que recibieran o adoptaran el título imperial, pudiéndose citar a Pedro I y Pedro II, ambos emperadores de Brasil, a Agustín I y Maximilino I, emperadores de México.
aqgustin es un militar o como dirian un LIMITAR
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